El humano, que está construido de un material no permanente, alberga dentro de si la quimera de la permanencia. Por eso pasa lo que pasa. Afortunadamente, tenemos el dolor que alumbra la conciencia de nuestra finitud. Eso nos pone en nuestro verdadero sitio. El dolor nos lleva a responsabilizarnos de nuestra condición finita.
Gabriel