Una línea recta, al encontrarse con un punto, si le gusta, suele volverse sinuosa para acercársele con precaución. Y es partir de ahí que lo rodea y se vuelve circular hasta contenerlo, con una expresión de amor tierno a la que nadie haría un desprecio. Sin embargo, yo sé de líneas que cuando encuentran el punto se vuelven muy nerviosas y torpes, cuando no bruscas, hasta hacer que el punto se sitúe en otro plano, inaccesible para la línea, y ésta ya no sepa a dónde ir. Es ahí cuando estas líneas, que podían haber sido sinuosas, se vuelven rectas estrictas.
Gabriel