La pretensión de obtener conocimiento comporta: profanar el misterio con la vista puesta en poderlo controlar, dejando que la ciencia dictamine qué es; aceptar la imposibilidad de poderlo entender, permitiendo que sean las religiones las que nos digan que el misterio pertenece a otro ámbito y al cual no podemos acceder si no es a través de ellas; o, finalmente, darse cuenta de que la principal incógnita está en el interior de nosotros mismos por toda esta obcecación por obtener algo que no se puede contener.
Gabriel