Un día soñé que tenía un sueño. Al día siguiente, que se me presentaban las herramientas para poderlo realizar. Al siguiente, que me levantaba y estaba todo ahí esperando a que me despertara. Al día siguiente, ya de pie, soñé que me despertaba y que tenía ante mi la definición del sueño, las herramientas trabajando por mi, y la realidad sosteniendo y dando sustento al sueño, al cual daba de mamar entre sus brazos. Y no fue hasta más tarde que me di cuenta que el sueño me sostenía a mi también, me tomaba de las manos y me enseñaba a caminar.
Gabriel