El coaching funcionaría mejor… de no ser porque en el mundo actúan fuerzas más poderosas que la voluntad. Hablaremos de otra cosa el día que el coaching acepte este hecho y toque la tecla de la espiritualidad. Quizá ese día tendremos que renombrar o reinventar el coaching; o bien eso que todavía es coaching, ya no lo será porque otro enfoque más antiguo le habrá dado un golpe de codo; o bien ya no se llamará así porque se habrá quemado hasta no dejar ni las brasas.
Gabriel