La
memoria contiene al olvido, hasta que a partir de un cierto momento se agota y
se agrieta de vieja. Y es ahí que el olvido se desparrama y lo inunda todo. Sin
embargo, más adelante, habrá quien viendo flotar trazas de memoria en el océano
de los recuerdos olvidados las salve, las recupere, las honre, se reconozca en
ellas, y todo empiece a tener para él un cariz de trascendencia inusitado y
sorprendente. También, ahí es cuando el diletante se redime de sus
irresponsables olvidos insertando memoria en los huecos de su rompecabezas
interior.