En la
actualidad, el significado que antaño tenía la pertenencia a la nobleza o a la aristocracia
ha sido trasladado a quien tiene información exclusiva y de calidad, la
interpreta bien, se sabe anticipar a los acontecimientos -que luego cogerán a
las masas desprevenidas-, se maneja provechosamente en sus relaciones de
interés y sabe callar o enmascarar lo que logra con ello. Es decir, las
muestras distintivas de poder por parte de la élite dirigente, la surgida con
el cambio de siglo, son cada vez más opacas.