Cuando en
la vida de una persona la insatisfacción ha llegado a convertirse en parte de
ella, el carácter se le vuelve ácido. De esta manera, cuando abre la boca para
hablar con la primera persona que encuentra, salen de su interior vómitos y
náuseas, tal que así es como cree que la vida la trata. Y es entonces que vemos
que lo injusto prolifera y se multiplica, pues lo tóxico, cuando no se le
detecta y se le llama al orden, tiene esta cualidad.