El optimismo puede ser tan limitador como el pesimismo, puesto que ambos son hijos del mismo delirio. La realidad no es ni optimista ni pesimista. ¿Quién se atreve a ser real, ni optimista ni pesimista, y no caer en el delirio?
Somos seres humanos sin disciplina que nos atempere. La disciplina es un poco gris, ni blanco ni negro, ni optimista ni pesimista. Por eso vende poco. Venden más el talento, el brillo, el espectáculo, el delirio, la promesa, la esperanza. Venden demasiado poco la disciplina, la templanza, el mérito.
Gabriel