Por obra
y gracia de una campaña de marketing, se me llevó a creer que yo tenía un
potencial que debía desarrollar. Sin embargo, ahora veo que el descubrimiento
del potencial auténtico exige un desenajenamiento de tanta promesa. O, si lo
prefieren, un desasnamiento, más que nada para atinar con el potencial que es
propio de uno y dejarse de lo que el sistema dicta.