Salidos del armario, un lugar en donde todo lo que había estaba muy definido y limitado, nos encontramos con lo ilimitado. El tema ahora es cómo y con quién concretar los impulsos libidinosos, y más sabiendo que se pueden satisfacer de mil y una maneras. Antes de salir, al menos allá dentro, había una idea fija de lo que hacer en libertad. Ahora, en cambio, la libertad es tal que aquel impulso no cabe en una sola forma. Ya no sé a quién vestir. Demasiados cuerpos que tocar y demasiados pocos trajes con qué cubrir esas desnudeces tentadoras.
Gabriel