Campeonatos filosóficos
En un país no imaginario, los filósofos del lugar participaban en campeonatos de ideas. Vivían anónimamente entre el pueblo llano, observando, escuchando y haciéndose pasar por pensadores críticos de la imperialidad, para así animar a los vecinos a que explicaran sus cosas y sus pensares al respecto. Luego, se ponían ante el emperador para disertar y ver quién expresaba ideas que llevaran al sumo mandatario a pronunciarse por unos o por otros. Así, pues, los filósofos, mezclados entre los humildes, extraían de la sabiduría popular lo que después expondrían ante el emperador. Por otro lado, y debido a ello, el emperador, que no se acercaba al pueblo, gobernaba con suficiente fundamento como para que los mansos aceptaran y acataran sus decretos. Los filósofos alcanzaron gran relevancia entre las clases dirigentes al ser capaces de parecer humildes entre los humildes, mientras extraían sustancia de ellos como quien saca petróleo de un pozo.
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