Todos empezamos a subir por la montaña y unos cuantos van cayendo por el camino. No es que no puedan seguir subiendo -que también-; es que se sacrifican para que uno, y sólo uno, acaso el que más lo necesita, llegue y tenga el honor de entregar su triunfo a quienes no pudieron seguirle.
Bien, después de esta parrafada, descubramos la razón de todo ello: en la cumbre sólo hay sitio para uno, y eso lo sabemos todos. A partir de este hecho, podríamos entender que hay varias vías para alcanzar el triunfo. A saber:
a.- subir con el propósito de llegar hasta el final, y no pensar en ninguna otra posibilidad que no sea esa.
b.- ponerse a subir con esa misma idea, y saber aceptar que lo importante está en el intento, por si acaso no se llega.
c.- no subir esa cumbre por haber tenido una visión clara del verdadero lugar de uno en el paisaje en el que está la montaña, y haber visto que la cumbre está en uno mismo.
y d.- haber visto que la llegada a la cumbre supone la soledad absoluta. Excepto, claro está, que seas lo suficientemente generoso y realista como para no dar ninguna importancia a tu ego, y seas capaz de entregar a la sociedad tu trofeo como ejemplo que beneficia a la comunidad.
d bis.- y, si eso es así, habría que esperar que la comunidad reconozca como necesaria y beneficiosa para ella tu gesta. Puede pasar que te de dejes la piel pensando que lo que haces es bueno para los demás, y resulta que no es eso lo que te estaban pidiendo.
Gabriel
