Hemos construido un mundo sobre el que ha sido muy fácil proyectar sobre lo económico nuestras congojas y temores sin sentir vergüenza. Atribuimos a los mercados lo que antes atribuíamos a las guerras, a las plagas, a los miasmas, al tribunal de la santa inquisición, a los dinosarios, etcétera. ¿No será que hemos utilizado el dinero como hoja de parra con la que tapar nuestras anomalías?
Gabriel