Para trascender el ego primero habria que disponer de él, para darnos cuenta de los estragos que causa; a continuación, verter sobre él toda nuestra capacidad crítica, que será también una manifestación igualmente egoica. Finalmente, y habiendo perdido toda pasión por él y por la crítica hecha, podemos empezar a contemplar su pequeñez. El paso siguiente se dará por añadidura.
Gabriel