El colmo de la felicidad es sentirse satisfecho sin necesidad de ser productivo, ni de realizar nada en concreto, ni de estar acreditándose ante los demás mostrando lo que uno hace en pro de yo qué sé qué.
En cambio, el colmo de la insatisfacción es justamente lo contrario: justificar la felicidad en función de logros, triunfos, realizaciones, licenciaturas, etcétera; cosas que tarde o temprano se revelarán como tiranías que te han estado obligando a mantenerte hueco por dentro.
Gabriel