Hay
religiones que dignifican la pobreza; las hay, en cambio, que legitiman la
riqueza; y las hay, curiosamente, que hacen las dos cosas; y las hay que dicen
una cosa y practican la otra.
Hay una religión que fomenta la admiración del rico por parte del pobre, haciendo ver a éstos que su situación proviene de un orden espiritual que hay que aceptar; hay una religión que, utilizando ese mismo argumento, procura que el rico no se sienta culpable en relación al pobre por serlo a su costa. Y, por si no se habían dado cuenta, se trata de la misma.
Hay una religión que fomenta la admiración del rico por parte del pobre, haciendo ver a éstos que su situación proviene de un orden espiritual que hay que aceptar; hay una religión que, utilizando ese mismo argumento, procura que el rico no se sienta culpable en relación al pobre por serlo a su costa. Y, por si no se habían dado cuenta, se trata de la misma.
Gabriel