El espacio mental colectivo que hoy está ocupado por el consumismo y el culto al dinero, antes lo estaba por la religión. Así, pues, habría que buscar la raiz en la religiosidad, lo cual explicaría que ésta aumenta cuando el tren del consumo se para. Conclusión: el consumismo es una perversión de la religiosidad. Claro que siempre habrá quien piense que la cuestión no está en la religiosidad sino en la credulidad.
Gabriel