La prosperidad de una persona puede ser impedida por la mezquindad de sus propios intereses. En situaciones de crisis, esos intereses suelen verse perturbados hasta tal punto que se vuelven más burdos, y la prosperidad queda impedida definitivamente. Y, además, el interesado señala con el dedo a la crisis culpándola de su propia mezquindad, por la prosperidad que quisiera tener y no tiene.
Gabriel