El destino rara vez es literal; es, más bien, sibilino, sutil, simbólico. Se manifiesta a través de acontecimientos que mantienen entre sí un vínculo que no se deja argumentar fácilmente. También, entre los humanos, hay un baile de emociones sutiles que nos mantienen a todos en resonancia, como en una gran sinfonía. Sin embargo, la tendencia racionalista a literalizar lo habido y lo por haber nos mantiene separados de la realidad. Es así que hemos llegado a saber mucho sin haber entendido nada.
Gabriel