El porcentaje de enseres que guardas sin usar en casa, en el despacho o en el trastero, es proporcional a los recursos y facultades que desconoces de ti por falta de uso.
Por otro lado, esas facultades, que pudiendo ser utilizadas no se utilizan, acaban atrayendo dificultades externas, como si ambas cosas estuviesen vinculadas por una cuerda invisible que las pusiera en resonancia.