El ego está para que otros te exploten, por ejemplo, haciéndote promesas gloriosas, para que entregues tu energía a algo que en el fondo no te incumbe ni en verdad te motiva; o bien, para que te frustres con los delirios con que le das de comer; o como piedra de Sísifo, que empujas y empujas sin saber para qué; o como vía de trascendencia, aunque no se sepa bien si eso es lograble aquí o allí.
Gabriel