La niñez tiene algo de madurez prematura, sólo que el niño no está preparado para ello. Primero deberá someterse al mundo de los adultos, los encumbrará, y cuando los haya bajado del pedestal, y sin dejar de respetarlos, podrá encarnar su propia adultez para descubrir qué es lo que le ha traido hasta aquí.
Gabriel