La prosperidad es estar alineado con la propia genialidad y con el propio criterio. Ser próspero empieza por pensar por cuenta propia, con plena independencia y capacidad para interpretar lo que acontece según el sentir del propio corazón. No es prosperidad hacer lo que hace la mayoría, ya que con ello nos volvemos presa fácil de especuladores, banqueros, gurús, ministros de economía, voceros y mercaderes de almas. Repetir como robots consignas e informaciones diseñadas por otros nos lleva es a caer de cuatro patas una y otra vez.
Gabriel